Gijón Ayer y Hoy

Historia en fotos

16 mayo 2013

Teatro jovellanos




En julio de 1899 Gijón inaugura un teatro que, situado en pleno centro de la ciudad y con un aforo para 1300 espectadores, pretende dotar a Gijón de un espacio físico donde la cultura y el ocio tengan la importancia que reclama una ciudad en pleno desarrollo, en acelerado progreso tanto urbanístico como social y económico. Ha nacido el Teatro Dindurra, el futuro Teatro Jovellanos. El empresario Manuel Sánchez Dindurra ha corrido con los gastos, Mariano Marín, uno de los arquitectos más prestigiosos de la época, ha trazado su arquitectura.

Del 22 al 25 de julio de 1899 comienza el espectáculo. Comienza la ópera, el teatro, la música sinfónica, la opereta, la zarzuela, las variedades, los bailes, las mascaradas… El cine, luego, cuando la imagen en movimiento compita con los espectáculos en vivo. En el Dindurra empiezan a sucederse las actuaciones. De la Compañía Giovannini con "ópera, opereta y zarzuela del 22 al 25 de julio", a Leopoldo Frégoli, genio del transformismo capaz de interpretar en solitario toda una ópera, pasando por los artistas locales: los cantantes Paco Meana y Luis Llaneza, o actores como Jesús Panadero y Manuel Muñiz a los que la Guerra Civil no permitió llegar más allá de promesas de la interpretación. Mención especial para el gijonés Antonio Medio: “El Barítono de la Voz de Hierro” que llevó su arte por todo el mundo y deleitó tantas veces al público del Jovellanos.

Gijón ya se ha identificado masivamente con su Teatro, lo llena a rebosar para aplaudir "La viuda alegre" de Franz Lehár, "El patio" de los Álvarez Quintero, "Rosas de otoño" de un Jacinto Benavente que aún no es Premio Nobel de Literatura, o zarzuelas de la talla de "Bohemios" o "La corte de faraón". Junto a las compañías profesionales de reputación internacional, el Dindurra abre su escenario a Emilio Robles Muñiz, Pachín de Melás, y sus piezas costumbristas, auténticos retratos sociológicos donde, despistando a base de humor popular, se dice de todo y sobre todos. Esta apuesta incipiente por un teatro en asturiano sacará a las tablas "El último sermón", "Hebía arreglu" "Secadiella", "Los malditos", y hasta una zarzuela, "La Sosiega", con partitura arreglada a partir de tonadas y cantares del folklore asturiano.

Años 60 y 70. La televisión es un competidor de ventaja con su más de medio millón de aparatos funcionando en los hogares españoles; las salas comerciales, con un dinero privado que puede pujar por los mejores "lotes cinematográficos", son el otro competidor, más contundente y demoledor para el Jovellanos, que las salitas caseras con televisión. No basta su programación estacional de teatro, los nombres fundamentales que convoca y que se llaman, entre otros muchos imprescindibles, Amelia de la Torre, Alberto Closas, Nuria Espert, Ismael Merlo, Lola Herrera, Andrés Mejuto, Concha Velasco, Adolfo Marsillac, Maruchi Fresno, Arturo Fernández, o ya puestos, y por apelar a las previsibles gónadas masculinas, las "chicas de Coslada" más una sal verde y de calibre grueso a cargo de Quique Camoiras, Antonio Garisa, Zori, Santos y Codeso. Pues aún con esas no es suficiente, y un martes, 29 de diciembre de 1987, el Teatro Jovellanos de Gijón cierra sus puertas tras la proyección (con más pena que gloria y mucho de declaración subliminal de principios) de la película "Muerte antes que deshonor".


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